Para cuando te sientas una pelotuda

Este post es un tiene un estilo un poco distinto del de los demás. Dejo de lado la nube de ángeles y el idilio para hablarles desde experiencias que quizás no son tan felices. Pero con una aclaración: estas experiencias poco felices me ayudan a entender, valorar y agradecer mucho más las experiencias de plenitud interior. Ojalá haya quienes puedan sentirse acompañados tambien con estas palabras. 

Dos aclaraciones antes de leer: este texto no hace solo referencia a las relaciones de pareja. Una puede sentirse una pelotuda también en ciertas relaciones de amistad que acaban no siendo muy equitativas ni genuinas. Y la otra, aunque yo lo enuncie en femenino, no significa que de este sentimiento los hombres queden exentos. Lo enuncio así porque soy mujer y lo experimento como tal.

Ahora si:

Y es que a veces es imposible no sentirte una pelotuda.

No sentir que quisiste, creíste, te abriste, confiaste, elegiste, cuidaste y al otro no le importó en lo más mínimo. Que no tuvo ningún reparo en dejar caer esa parte tuya más frágil que pusiste en sus manos. Y que cuando se rompió, hizo lo posible para que pareciera que no se había dado cuenta.

Pero no.

Acá no estamos para subestimar a nadie. El otro tiene la misma capacidad que vos para darse cuenta de que lo que hace te hace mal. Y si lo sigue haciendo, entonces hay dos opciones: una, no le importás en lo más mínimo o la segunda, es un sádico y disfruta del sufrimiento del resto.

Es cierto, que hay gente tan egocéntrica que no se da cuenta que el dolor que siente el resto es tanto o más grande que el suyo. Que se sienten víctimas del mundo, y que no tienen la culpa de nada, porque no eligieron lo que están viviendo.

Pero si eligieron

Eligieron no hacerse cargo. Eligieron (quizás) no quedar mal con nadie. Eligieron no elegir. Y esa, como toda elección, no queda libre de consecuencias.

Y una de esas consecuencias es que te sentís como una pelotuda. Y la verdad es que no creo que haya nadie en este mundo que quiera quedarse en un lugar donde se siente así. Probablemente lo único que quieras es poder desaparecer, irte lejos, empezar de cero en cualquier otro lugar, con gente nueva y conocer a personas que sí quieran, crean, elijan, se abran, confíen y cuiden de la misma manera que vos.

Ojo. Porque quizás se te cruce el pensamiento, o venga alguien que te diga que, en realidad, quien te hizo mal “te quiere”. Y probablemente sea verdad. El problema es que no todo el mundo sabe querer. El problema es que la vida es compleja, las personas son complejas, y es muy fácil que los miedos y complejos de pasado, los mambos del presente, las situaciones adversas que cada uno vive, e incluso otras personas, se metan en el medio.

Eso no es tu culpa ni la del otro, porque muchas de esas cosas no se eligen. Lo que sí se elige es cómo se vive con esas cosas. Lo que si se elige es pedir ayuda externa, profesional o amateur cuando uno no puede manejarlas solo. Porque cuando uno quiere estar bien de verdad, hace todo lo posible. Porque el amor, así solito, sin ponerle nada más, no alcanza.

Capaz que haya gente a la que no le interese estar bien. O capaz hay gente que entiende por bien algo distinto de lo que entendes vos. Es respetable. Pero si esa idea o ese (des)interés te hacen sentir una pelotuda, sentite libre de alejarte.

Estamos acá para ser felices. Vos, yo, y todos los que se te cruzaron por la cabeza cuando leías esto. No hay nadie que no lo merezca, ni que no pueda serlo.

Así que hoy te invito (y me invito a mí misma) a buscar, sin sentirte culpable por ello, la felicidad. El tiempo te irá diciendo en dónde y con quiénes y también, de dónde escapar. Por lo pronto, nunca te sientas una pelotuda por haber creído, querido, confiado, elegido y cuidado. El/La únic@ pelotud@ es quien no ama ni se deja amar.

Un pensamiento en “Para cuando te sientas una pelotuda

Deja un comentario